miércoles, 14 de mayo de 2008

EL RACISMO, por Carlos Antonio Rivas López

EL CÁNCER DE LA SOCIEDAD

 

            El racismo, no es más que uno de los tantos cánceres que ataca a la sociedad, ya que, aunque no se manifieste - ¡existe! - y se propaga en las sombras de lo oculto. Las consecuencias son nefastas, ya que se convierte en una barrera antisocial, misma que estanca las buenas relaciones y el desarrollo de una sociedad.  La proyección social, en nuestro medio es un claro ejemplo. Para el sector público, como privado les resulta costoso y sin beneficio alguno, el proyectarse a la población de escasos recursos. Vivimos en un ambiente de indiferencia social. Por el frente se profesa que hay amor para el prójimo, pero por detrás se le apuñala sin piedad.

 

            En las campañas políticas, los partidos políticos no escatiman en desembolsar de sus fondos grandes cantidades de efectivo para llegar a los rincones más olvidados del país. Se visten de los vistosos colores regionales del país,  besando y cargando a cuanto niño les pueden llevar a su regazo (casi postulan para el PAPADO), con el fin de poder alcanzar el preciado voto del poder. Pasada la contienda electoral, ¿dónde están aquellas voces que clamaban en el desierto? ¿dónde están los que señalaban la injusticia social…? - !creo que solo eran falsos profetas!.

 

            Gobierno y sociedad, son responsables de propiciar un ambiente de unidad y cooperación. Pero para esto, todos debemos empezar por casa. Debemos tomar como ejemplo al pueblo judío bíblico, donde los padres tenían la responsabilidad de instruir a sus hijos (siendo esta la primera aula del conocimiento). Hoy debemos preocuparnos por enseñar a nuestros hijos, principios y valores, mismos que se deben profesar en los hogares y luego en la sociedad.

           

            Aprender del pasado para no cometer los mismos errores, es bueno. Ya que, nos permite poder desarrollar las estrategias necesarias para la construcción de un mejor futuro. Pero es un error, traer a nuestro contexto los males del pasado, ya que con esto solo conseguimos estancarnos.

 

            No estoy de acuerdo con el texto: "Un gobierno con rostro maya" (al parecer aquí también al discriminación racial) seria mejor "UN GOBIERNO CON ROSTRO SOCIAL".

 

            Como individuos que buscamos valor, todos nosotros construimos nuestra propia imagen de la buena vida. Estamos influidos por sistemas de creencias, por nuestros padres, y por las poderosas imágenes que nos bombardean a diario: imágenes de riqueza, poder, fama y belleza. El mundo requiere de EMPRENDEDORES SOCIALES y no de DEPRADADORES SOCIALES.

 

 

"En el proyecto de una sociedad de sonámbulos, cada ciudadano deber ser el policía de sí mismo y de los demás".

(Eduardo Galeano LAS VENAS ABIERTAS DE AMÉRICA LATINA)

lunes, 12 de mayo de 2008

EL RACISMO, UN MAL QUE POCOS DENUNCIAN. Por Pedro Mateo.



Publicado en el Diario La Hora  01/05/2008

 

EL RACISMO, UN MAL QUE POCOS DENUNCIAN

Pedro Mateo.

chamateo99@hotmail.com

 

La exclusión y la discriminación constante a la persona que en algunos casos son temas de análisis, son secuelas inhumanas del racismo histórico que prevalecen en el país, pero pocos la explican y se atreven a señalar.

 

Durante los últimos años han habido casos de discriminación que en su momento obligó al Congreso de la República a tipificar dicha conducta como delito, pero lamentablemente no se tomó como una circunstancia agravante el racismo, es decir, exteriorizar conductas con la creencia que por el color de la piel y ostentar el poder es sentirse superior a otro u otros.  Rigoberta Menchú Túm, Premio Nobel de la Paz, fue discriminada por miembros de la familia Ríos Montt, caso que se ventiló en los tribunales y se dictó sentencia, pero de fondo hubo perversión racista, comprobada mediante la insolencia de los responsables, quienes exaltaban con sus hechos a seguir ejerciendo el poder político.

 

   La doctrina del racismo afirma que la sangre es la marca de la identidad nacional-étnica y sostiene que las características innatas determinan biológicamente el comportamiento humano, pero eso no pasa en Guatemala, sino son estereotipos de familias que la profesan, dividen a la población y menosprecia al ser humano.  Son cautos en exteriorizarlos, pero lo demuestran por el sector donde residen y a la vez implementan estrategias políticas de desprecio a los que habitan los asentamientos, colonias y comunidades rurales.

 

El racismo es una herencia del colonialismo de nuestra historia que se manifiesta en forma humillante.  En los departamentos se reproducen los modos de vida capitalina, expresadas en palabras denigrantes como escuchar "Vos indio no voy darte ningún salario por tonto y dejado".   Lo peor es contagiar a las familias sencillas, haciéndolos creer que el vecino con poder económico es superior a los demás, llegando al extremo que el trabajador es un indio mendigando salario de pobreza; que los aldeanos o campesinos son originarios de tierras desconocidas o la mujer indígena es excluida por el hecho de utilizar traje.

 

Recientemente conocí un informe de la presencia de los pueblos indígenas, campesinos, mujeres y el tema SIDA en las notas periodísticas departamentales de los medios escritos, elaborado por la agencia de noticias CERIGUA.  El documento constata el trato desigual entre personas por su cultura, postura política, el lugar donde vive y la situación económica.  Es poca la cobertura de la población indígena que vive en situación de pobreza, contrario a la promoción que se les hace como objetos turísticos.  Los campesinos son noticias cuando ocupan tierras, bloquean carreteras y son desalojados violentamente, pero no se informa de las causas de la conflictividad agraria.  Las mujeres son relegadas por el entorno machista, pero se limita informar sobre los orígenes de la exclusión del sector femenino. Estos aspectos son secuelas de este mal, "EL RACISMO".

 

En la política partidista, medios de comunicación, dependencias públicas, barrios y en los centros comerciales se observa y se siente la máxima expresión del racismo como una práctica común.  Nadie se atreve a denunciar para no afrontar los costos que ello conlleva, lo cual sólo facilita la continuidad del fenómeno. Es necesario erradicar estas diferencias, ya que podría desencadenarse en una guerra interna entre culturas. Lamento que muchos intelectuales, incluyendo indígenas conocedores de la realidad, hablan de discriminación y omitan el racismo.