La herencia del "no se puede" Jorge Mario Huertas de la Torre Por este lento, precoz pero muy aleccionador caminar en ésta realidad conocida, desgarradora, paradójica en la que se desenvuelve nuestro querido país, me he dado cuenta que el "no se puede", es un grito imponente que retumba en los cuatro puntos cardinales y que es el gran cómplice de ésta parodia que llamamos políticamente correcto.
Esto nos obliga a estar condenados a perder el elemento más característico del ser humano, la capacidad de soñar, la capacidad de transformación de la realidad, la capacidad de soñar con que otro mundo es posible.
Las buenas intenciones quedan humilladas ante el grito ensordecedor, del "no se puede", hay que ser realistas, no seas un soñador, el gran capataz que resguarda los intereses de unos pocos, sobre el menoscabo de unos muchos, se mueve en la industria del miedo, una industria que en palabras de Eduardo Galeano confunde la libertad de expresión con la libertad de presión.
Este "no se puede", como herencia colonial, nos obliga a la inamovilidad social, nos obliga a aceptar la realidad como destino, nos obliga a pensar que la injusta distribución de los panes y peces es designio de nuestra incapacidad. Pero ésta incapacidad es tenebrosa, es un incapacidad que (según algunos expertos tecnócratas) se traduce en no poder evolucionar de un ser, homo sapiens sapiens, a ser homo economicus. Como es posible que nuestra sociedad se haya enfermado tanto que produzca, mentes que piensen de esta forma.
La realidad no es un destino al que estamos aferrados, la realidad es una oportunidad constate para cambiar, hacia una realidad que necesitamos.
Este "no se puede" a mantenido ésta falsa armonía, que se sostiene bajo la flagelación de las mayorías pobres de nuestro país, una armonía falsa que se mantiene bajo dos premisas, cuando alguien atenta al "no se puede", genera crisis, los conservadores del status quo asustan con el petate del muerto y cuando se impone el "no se puede", todos nos tapamos bajo la misma chamarra; estas dos premisas han generado los grandes negocios de nuestro país.
Hay una concepción muy tergiversada de la real política, se presupone que ésta es, no hacer nada para cambiar nuestra realidad, es mantener ésta paradoja de gobernabilidad que tenemos. No debe de ser así (aunque esta frase no sea muy rentable usarla en éstos tiempos) Marta Harnecker decía que la política revolucionaria sólo puede concebirse como el arte de hacer posible lo imposible.
Este orden perverso que se mantiene a costa de la muerte de nuestros niños, por desnutrición crónica, condenados a no tener educación, una clase media que lucha por no caer en los mundos infernales de la pobreza, una gran mayoría que produce riqueza para unos pocos, y la consecuencia de este pecado es estar sumido en el miedo, a los fantasmas del renacer, a los fantasmas del pensar que otra realidad es posible, a los fantasmas de la dignidad.
Es imposible continuar de esta forma, invernando un sueño opiacido que obliga al que hacer político en nuestro hermoso país, a pensar que mantener esta bazofia de unión o gobernabilidad, debe mantenerse aún a costa de la lamentable desdicha de millones de guatemaltecos y guatemaltecas que quedan en la desgracia y que el sistema vomita a diario.
Es por esto que se hace urgente revisar nuestro que hacer político, debe haber mística en nuestros políticos, debe impulsarse el verdadero arte del que hacer político a favor de los desprotegidos, se debemos formular un Estado que regule y no permita que mi ambición, pase por encima de tu necesidad. Si esto "no se puede" la tarea de todos y todas es hacer que se pueda.
Jorge Mario Huertas de la Torre
"…Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez…" (Proclama insurreccional de la junta Tuitiva en la ciudad de la Paz, 16 de julio de 1809) |
lunes, 7 de julio de 2008
TEMA: La herencia del “no se puede”. Por Jorge Mario Huertas de la Torre. 06/07/2008
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